En cualquier género las especies, dado que son muy diferentes entre sí en carácter, tenderán generalmente a producir el mayor número de descendientes modificados. Estos tendrán las mayores probabilidades de apoderarse de nuevos lugares completamente diferentes en la economía de la naturaleza, y por eso en el diagrama hemos escogido la especie extrema A, y la casi extrema I como las más variadas y que han dado origen a nuevas variedades y especies. Las otras nueve especies, marcadas con letras mayúsculas, de nuestro género original, pueden continuar transmitiendo descendientes sin alteración durante períodos largos, aunque desiguales, y esto se representa en el diagrama-por líneas de puntos prolongadas desigualmente hacia arriba.Si se supone entonces que nuestro diagrama representa una suma considerable de modificación, la especie A y todas las primeras variedades se habrían extinguido, siendo reemplazadas por ocho especies nuevas, desde a14 hasta m14, y la especie I por seis especies nuevas, de n14 a z14.
Pero podemos ir todavía más lejos en nuestro estudio. En efecto, se ha supuesto que las especies originales de nuestro género se parecían entre sí en grados desiguales, como sucede generalmente en la naturaleza. Ahora bien; la especie A está relacionada más de cerca con B, C y D que con las otras especies, así como la especie I con la G, H, K y L más que con las otras. Se supuso también que estas dos especies A e I eran muy comunes y que estaban tan extensamente difundidas, que debieron en su origen haber tenido alguna ventaja sobre la mayor parte de las otras especies del género. Sus descendientes modificados, que son catorce en la generación catorce mil, habrán heredado probablemente algunas de las mismas ventajas; habrán sido también modificados, mejorados en manera diversa en cada período de sucesión, de modo que habrán llegado a adaptarse a muchos lugares relacionados entre sí en la economía natural de su país. Parece, por lo tanto, extremadamente probable que hayan ocupado los lugares, y por consiguiente, exterminado no sólo a sus padres A e I, sino de igual modo a alguna de las especies originales que estaban más estrechamente relacionadas con sus progenitores. Por esta razón, muy pocas de las especies primitivas habrán transmitido descendencia a la generación catorce mil, y podemos suponer que solamente una, F, de las dos especies E y F, menos íntimamente unidas a las otras nueve especies originales, ha transmitido descendientes hasta este último período de sucesión.
SOBRE EL GRADO EN QUE TIENDE A AVANZAR LA ORGANIZACIÓN. La selección natural obra exclusivamente conservando las variaciones que son ventajosas en las condiciones orgánicas e inorgánicas a las que toda criatura está expuesta en todos los períodos de la vida. Su último resultado es que cada una tienda a mejorar cada vez más en relación a sus condiciones. Este mejoramiento conduce inevitablemente al adelanto gradual de la organización del mayor número de los seres vivos en todo el mundo. Pero aquí entramos en asunto harto intrincado, porque los naturalistas no han definido a satisfacción de todos lo que se entiende por progreso en la organización. Entre los vertebrados es claro que se trata del grado de inteligencia y de la aproximación de su estructura a la del hombre. Podría pensarse que la cantidad de cambios por los que pasan las diversas partes y órganos en su desarrollo desde el embrión a la madurez, bastaría como tipo de comparación; pero hay casos, y entre ellos el de ciertos crustáceos parásitos, en los cuales varias partes de la estructura llegan a ser menos perfectas. El criterio más extensamente aplicable y que parece preferible en esta materia es el de von Baer, que establece la suma de diferencia de las partes del mismo ser orgánico (en estado adulto, añadiríamos nosotros), y su especialidad para funciones diferentes; o como Milne Edwars se expresaría, el perfeccionamiento de la división del trabajo fisiológico.
Si tomamos como criterio de la organización más elevada la suma de diferencias y de especialidades de los diversos órganos en cada ser adulto (lo cual incluirá el adelanto del cerebro para los fines intelectuales), la selección natural nos lleva clara mente hacia él, porque todos los fisiólogos admiten que las especialidades de los órganos, dado que en este estado llenan mejor sus funciones, son ventajosas para cada ser, y de ahí que la acumulación de variaciones que tienden hacia la especialidad esté dentro del campo propio de la selección natural. Por otra parte, teniendo presente que todos los seres orgánicos se esfuerzan en aumentar en gran proporción, y por apoderarse de todo lugar desocupado o menos bien ocupado en la economía de la naturaleza, podemos entender que es completamente posible para la selección natural adaptar gradualmente a un ser a una situación dada, en la cual serían superfluos o inútiles algunos órganos, en cuyo caso habría retroceso en la escala de la organización.Finalmente, bajo condiciones variables de vida, los seres orgánicos presentan diferencias individuales en casi todas las partes de su estructura, y esto no puede disputarse; si hay una lucha rigurosa por la existencia debido a la proporción geométrica de aumento en alguna época, estación o año, esto tampoco puede disputarse seriamente. Considerando la infinita complejidad en las relaciones de todos los seres orgánicos entre sí y con sus condiciones de vida, origen de infinita diversidad de estructura, constitución y hábitos que han de ser ventajosos, sería un hecho extraordinario que jamás hubieran ocurrido variaciones útiles para el propio bienestar de cada ser, de la misma manera que han ocurrido tantas variaciones útiles para el hombre. Pero si estas ocurren alguna vez para cualquier ser orgánico, seguramente los individuos que los posean tendrán las mayores probabilidades de conservarse en la lucha por la existencia; y por el principio de la herencia tenderán a producir descendencia semejantemente caracterizada. A este principio de conservación, o a la supervivencia de los más aptos, hemos llamado selección natural, que conduce